Porque de tal manera amó el Padre al mundo que debes amarle con todo tu corazón, tu alma y tu mente

Por Henry Méndez Pérez

henrymendez90@hotmail.com

Algunas ideas tomadas del libro: El amor de Dios puesto en tela de juicio por Lynnford Beachy

“El precio pagado por nuestra redención, el sacrificio infinito que hizo nuestro Padre Celestial al entregar a su Hijo para que muriese por nosotros, debe darnos un concepto elevado de lo que podemos llegar a ser por intermedio de Cristo.” El Camino a Cristo, págs. 14- 16.

Queremos analizar, en las siguientes líneas, el sacrificio infinito que hizo nuestro Padre Celestial al entregar a su Hijo único en nuestro favor. Para ello es necesario comprender el tema del gran conflicto que inició en el cielo y que finalmente tendrá su fin acá en la tierra. ¿Cómo inició toda la historia del dolor, maldad y el sufrimiento? Existen muchas ideas, algunas un poco confusas al respecto y esperamos que con la ayuda del Padre podamos comprender este tema de vital importancia.

Quisiera, antes de continuar, que medites en la siguiente pregunta: ¿Crees que Jesucristo te ama de todo corazón? ¿Por qué crees que Él te ama? Creo en que todos estaríamos de acuerdo que es por la razón de que Él dio su vida en la cruz del Calvario para que nosotros podamos vivir eternamente. Ahora, ¿cuántos creen que el Padre los ama de todo corazón? ¿Por qué crees que Él te ama? De la misma forma todos diríamos que fue porque dio a su Hijo único para que todo aquel que en el crea no se pierda más tenga vida eterna.

Ahora, ¿Cuántos de ustedes creen que yo los amo de todo corazón? ¿Lo creerían si yo se los digo? ¿Y si les digo que los amo tanto que estaría dispuesto a dar la vida de mi gato por ustedes? ¿Qué pensarían de ese amor? Saben apreciados amigos, para saber cuánto nos amó alguien, es necesario comprender lo que ese ser hizo en nuestro favor. Las palabras salen sobrando y el amor debe ser manifestado a través de las obras.

Leemos de la pluma inspirada: “EN EL CIELO, antes de su rebelión, Lucifer era un ángel honrado y excelso, cuyo honor seguía al del amado Hijo de Dios. Su semblante, así como el de los demás ángeles, era apacible y denotaba felicidad. Su frente alta y espaciosa indicaba su poderosa inteligencia. Su forma era perfecta; su porte Noble y majestuoso. Una luz especial resplandecía sobre su rostro y brillaba a su alrededor con más fulgor y hermosura que en los demás ángeles. Sin embargo, Cristo, el amado Hijo de Dios, tenía la preeminencia sobre todas las huestes angélicas. Era uno con el Padre antes que los ángeles fueran creados. Lucifer tuvo envidia de él y gradualmente asumió la autoridad que le correspondía sólo a Cristo.

El gran Creador [Padre] convocó a las huestes celestiales para conferir honra especial a su Hijo en presencia de todos los ángeles. Este [Jesús] estaba sentado en el trono con el Padre, con la multitud celestial de santos ángeles reunida a su alrededor. Entonces el Padre hizo saber que había ordenado que Cristo, su Hijo, fuera igual a él; de modo que doquiera estuviese su Hijo, estaría él mismo también. La palabra del Hijo debería obedecerse tan prontamente como la del Padre. Este había sido investido de la autoridad de comandar las huestes angélicas. Debía obrar especialmente en unión con él en el proyecto de creación de la tierra y de todo ser viviente que habría de existir en ella. Ejecutaría su voluntad. No haría nada por sí mismo. La voluntad del Padre se cumpliría en él.

Lucifer estaba envidioso y tenía celos de Jesucristo. No obstante, cuando todos los ángeles se inclinaron ante él para reconocer su supremacía, gran autoridad y derecho de gobernar, se inclinó con ellos, pero su corazón estaba lleno de envidia y odio.” Historia de la Redención, pp. 13-14.

¿Por qué tenía Lucifer envidia y celos de Jesucristo? Según la historia que acabamos de leer todo inició debido a la supremacía que tenía el Hijo de Dios en los cielos y llegó a su punto detonante cuando el Padre ordenó que de un momento en adelante en la eternidad, su Hijo tendría la misma autoridad que Él. Lucifer tenía celos y odio contra Jesucristo; ¿Qué creen ustedes que sentía contra el Padre? Por supuesto que también sentía odio y creía que el Padre era un ser injusto por lo que había hecho.

Antes de que esto sucediera, ¿ustedes creen que Lucifer amaba a su Padre? ¿Por qué lo amaba? “EN EL CIELO, antes de su rebelión, Lucifer era un ángel honrado y excelso, cuyo honor seguía al del amado Hijo de Dios. El Padre lo había dotado de poder, autoridad, sabiduría y tenía un puesto especial al lado del Padre y del Hijo.” El Padre había dotado a lucifer de características especiales y por lo tanto éste le amaba y se deleitaba en obedecerle.

Cuando Lucifer comenzó a acariciar la idea de que Dios era injusto, ¿qué pasó con el amor que sentía hacia su Padre? El amor que sentía se convirtió en odio gradualmente. Saben apreciados hermanos, nosotros no podemos amar a Dios más de lo que nosotros creemos que Él nos ama. La Biblia nos dice que el primer mandamiento es: “Amarás al Señor tu Dios [Padre] con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente…” Lucas 10:27.

Al ser este el primero de todos los mandamientos, ¿Creen ustedes que debemos obedecerlo si queremos ir al cielo? ¿Podríamos ir al cielo sin amar a nuestro Padre de esa forma? ¿Cómo podemos amar a Dios de esta forma? Solamente entendiendo el amor que el Padre tiene para nosotros. Recordemos esta idea ya que es sumamente importante: Nosotros no podemos amar a Dios más de lo que creemos que Él nos ama a nosotros.

Veamos esto más ampliamente a través del caso de Eva. ¿Ustedes creen que Eva amaba a Dios? ¿Por qué razón lo amaba? Obviamente por muchas razones. Ahora, cuando Dios le dijo que no comiera del árbol del conocimiento del bien y el mal, ¿Eva siguió amando a Dios? Claro que sí, Dios le había dicho que si comía de ese árbol iba a morir. Si Jehová le dice a Eva y Adán que no coman del árbol es porque los ama y no quiere que mueran.

Cuando la serpiente le dice a Eva que si come del fruto en realidad no moriría, ¿cómo cambió el concepto de amor que ella tenía del Padre? Si Dios le dijo que no comiera del árbol porque moriría significaba que Dios la amaba, y porque Dios la amaba tanto ella lo amaba a Él también. Si Dios le dijo que no comiera del árbol porque moriría, pero en realidad era mentira a como la serpiente se lo estaba diciendo, entonces Dios no la amaba tanto como ella creía y por lo tanto ella no podía amarlo con todo su corazón. Lo que pasó con Lucifer, pasó con Eva también.

¿Por qué amamos a Dios? Las Escrituras nos muestran la razón por la cual nosotros debemos amar a Dios. 1 Juan 4:10, 19 nos dice: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero”. Para que nosotros podamos amar a Dios, debemos comprender que él nos amó primero. Además debemos de comprender la magnitud de ese amor.

¿Cómo creemos que Dios el Padre nos ama? Vayamos al texto más conocido acerca del amor de Dios. ¿Sabe usted cuál es? Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” Juan 3:16. Dios nos demostró su amor al dar lo más preciado que él tenía, su Hijo propio, único y salido de él. Antes de continuar con esta idea y para comprender más ampliamente este concepto, vamos a irnos a la historia de Abraham.

Dios le dice a Abraham que le ofrezca en sacrificio lo más preciado que él tenía, su hijo propio, único y salido de él. Abraham decide obedecer a Dios e inicia lo que cualquier ser humano en su sano juicio llamaría una locura. Ni a su esposa se lo dijo porque es muy probable que ella tratara de impedirlo. Cuando llegan al monte y Abraham alza su mano con el cuchillo para sacrificar a su hijo escucha la voz del cielo que le dijo: “No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.” Génesis 22:12 – Hebreos 11:17.

Abrahán, en obediencia a la orden divina que le fuera dada en visión nocturna en Beer-seba, prosigue su viaje junto con Isaac. Ve delante de sí la montaña que Dios le ha prometido señalar como lugar donde debe ofrecer su sacrificio. Saca la leña del hombro de su siervo, y la pone sobre Isaac, el que ha de ser ofrecido. Ciñe su alma con firmeza y, severidad llena de agonía, dispuesto a realizar la obra que Dios le exige que haga. Con corazón angustiado y mano enervada toma el fuego, mientras que Isaac pregunta: “Padre mío… He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?” Pero, oh, Abrahán no puede decírselo en ese momento.

El padre y el hijo construyen el altar, y llega para Abrahán el terrible momento de dar a conocer a Isaac lo que ha hecho agonizar su alma durante todo el largo viaje, a saber, que Isaac mismo es la víctima. Isaac ya no es un niño; es un joven adulto. Podría rehusar someterse al designio de su padre, si quisiera hacerlo. No acusa a su padre de locura, ni siquiera procura cambiar su propósito. Se somete. Cree en el amor de su padre y sabe que no haría el terrible sacrificio de su único hijo si Dios no se lo hubiera ordenado.

Isaac queda atado por las manos temblorosas y amantes de su padre compasivo, porque Dios lo ha dicho. El hijo se somete al sacrificio, porque cree en la integridad de su padre. Pero, cuando está listo, cuando la fe del padre y la sumisión del hijo han sido plenamente probadas, el ángel de Jehová detiene la mano alzada de Abrahán que está por matar a su hijo, y le dice que basta. “Conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único”. 1 Joyas de los Testimonios, pp. 352, 353.

Vamos a hacer una lista de las cosas que Abraham poseía:

Tierras

Ganado

Hermanos

Esposa

Hijo

Empleados

Casa

Ropa

Su vida

Dinero

Vamos a ordenarlas de menor valor hasta lo más preciado. ¿Qué sería lo primero? ¿Qué sería lo más valioso? Definitivamente sería su hijo. ¿Sería de más valor que su propia vida? Yo creo que Abraham hubiera preferido estar en el lugar de su hijo en el altar y ser la víctima en vez del sacerdote. Usted como padre, ¿qué preferiría? Yo definitivamente preferiría ser la víctima.

Ahora, el Ángel le dice a Abraham que ya CONOCE que el teme a Dios, ya que no le rehusó lo más preciado que Abraham tenía. Pregunto, ¿Ustedes creen que Abraham hubiese estado dispuesto a dar todas sus riquezas por amor al Padre? ¿Qué tal su casa o su ropa? ¿Todo su ganado o su tierra? ¿Su propia vida? Si usted cree que la respuesta a las preguntas anteriores es positiva, ¿Por qué lo cree? ¡Ah! Porque Abraham estuvo dispuesto a dar lo que más apreciaba.

¿Amaba Abraham a Dios con todo el corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas? Por qué amaba Abraham a Dios. Sencillamente porque él sabía cuánto Dios le amaba a él. Todos sabemos que Abraham tenía un hermano que se llamaba Nacor. Vamos a suponer que Abraham logra convencer a Dios de que en vez de su hijo va a dar la vida de su hermano Nacor. ¿Qué pensaría usted del amor de Abraham hacia su Padre Jehová?

Es más, yo tengo cuatro hermanos carnales. Vamos a suponer que yo los amo tanto a ustedes que estoy dispuesto a dar la vida de uno de mis hermanos por ustedes. ¿Qué pensarían ustedes del amor tan abnegado que yo tengo por ustedes? ¿Me creerían que los amo con todo mi corazón? Para saber que Abraham realmente temía y amaba a Dios, se le pide sacrificar lo más preciado que él tenía en su vida.  ¿Qué quería el Padre transmitirnos a través de esta historia?

“Isaac prefiguró al Hijo de Dios, que iba a ser ofrecido por los pecados del mundo. Dios quería inculcar en Abrahán el Evangelio de la salvación del hombre. Para ello y a fin de que la verdad fuese una realidad para él como también para probar su fe, le pidió que quitase la vida a su amado Isaac. Todo el pesar y la agonía que soportó Abrahán por esta sombría y temible prueba, tenía por propósito grabar profundamente en él la comprensión del plan de redención en favor del hombre caído. Se le hizo entender mediante su propia experiencia cuán inmensa era la abnegación del Dios infinito al dar a su propio Hijo para que muriese a fin de rescatar al hombre de la ruina completa. Para Abrahán, ninguna tortura mental podía igualarse con la que sufrió al obedecer la orden divina de sacrificar a su hijo. Dios entregó a su Hijo a una vida de humillación, pobreza, trabajo, odio, y a la muerte agonizante de la crucifixión. Pero, no había ningún ángel que comunicase el gozoso mensaje: “Basta; no necesitas morir, mi muy amado Hijo.” Legiones de ángeles aguardaban tristemente, esperando que, como en el caso de Isaac, Dios impidiera en el último momento su muerte ignominiosa. Pero no se les permitió a los ángeles llevar un mensaje tal al amado Hijo de Dios. La humillación que sufrió en el tribunal y en el camino al Calvario, prosiguió. Fue escarnecido, ridiculizado, escupido. Soportó las burlas, los desafíos y el vilipendio de los que le odiaban, hasta que en la cruz doblegó su frente y murió.

¿Podría Dios habernos dado prueba mayor de su amor que al dar así a su Hijo para que pasase por estas escenas de sufrimiento? 1 Joyas de los Testimonios, p. 454

Con esta tremenda historia en la mente, volvamos a la idea del amor de Dios hacia nosotros los seres humanos. Tengamos en cuenta que el gran conflicto entre el bien y el mal tiene como fundamento el amor del Padre. Lucifer acusó a Dios en el cielo de ser injusto al darle a su Hijo Jesucristo toda la autoridad, y por lo tanto su amor no era como el manifestaba. En la tierra le hizo creer a Eva que el hecho de que Dios le estuviera prohibiendo comer del árbol era porque no los amaba completamente.

La Biblia enfatiza una y otra vez el amor de Dios el Padre, aún más que el del Hijo Jesucristo. El texto de Juan 3:16 dice que de tal manera amó el Padre…1 de S. Juan 4:8 nos dice que el Padre es amor. O sea, Jesús demostró su amor en la cruz del Calvario al soportar los terribles sufrimientos en nuestro favor. Todo el dolor, escarnio, burla, blasfemias, malas palabras, menosprecio y crueldad que Cristo sufrió en la cruz, demuestran su gran amor para con nosotros. Hay, sin embargo, alguien para quien todo ese sufrimiento fue aún más doloroso; el Padre. Si el sufrimiento de Jesús fue terrible; el sufrimiento del Padre fue aún mayor.

Para probar al universo entero que Dios el Padre es verdaderamente amor, y no alguien egoísta como Satanás decía, Él decide hacer el acto de amor más grande manifestado en toda la historia del universo. Vamos a suponer por un momento que el Padre amó tanto al mundo que dio una cabra para que todo aquel que en el crea no se pierda más tenga vida eterna. ¿Qué pensarías del amor de Dios y cuánto estarías dispuesto a amarlo? Creo que lo más que estaríamos dispuestos a dar por Dios sería una cabra también.

¿Y si Dios amó tanto al mundo que dio la vida de un ser humano para que todo aquel que en el crea no se pierda más tenga vida eterna? ¿Podríamos creer que Dios es realmente amor? Bueno, un ser humano es más que una cabra pero aun así quedarían muchas dudas. ¿Y qué tal si Dios amó tanto al mundo que dio la vida de un ángel para que todo aquel que en el crea no se pierda más tenga vida eterna? Un ángel es más que un ser humano pero no sería suficiente.

Apreciado lector, de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo único engendrado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” Juan 3:16. El Padre ha demostrado su amor, no dando una cabra, un ser humano, un ángel, un amigo, ni su propia vida; sino la vida de lo más preciado que él tiene. No hay duda del amor del Padre, él lo dio todo por nosotros y por esta razón podemos comprender que él nos dará todo lo demás que necesitemos. “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Romanos 8:32

1 Juan 4:8-9 nos dice: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios [Padre] es amor. En esto se mostró el amor de Dios [Padre] para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él”. Podemos tener la completa seguridad de que Dios es amor. Y ahora que sabemos que esto es una realidad, entonces podemos amarle con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas.

Amados, “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir” Juan 16:12-13.

Que Jehová, el único Dios verdadero y su Hijo Jesucristo, a quien Él ha enviado, nos bendigan grandemente y nos ayuden a alcanzar la vida eterna.