Por Henry Méndez
Tengo dos hijos a los que amo con todo mi corazón. Los hijos son preciosos y el amor que fluye hacia ellos es natural. No hay que hacer ningún esfuerzo para amar a los hijos, ¿cierto? ¿O acaso cuando vistes a tu hijo por primera vez dijiste que era muy feo y que mejor no lo ibas a amar? ¡Estoy seguro que no! A los hijos se aman naturalmente; a la pareja hay que aprender a amarla.
Recordando el principio de que en la jerarquía de Dios lo primero que debemos amar en la tierra es a nuestra pareja – y en otro momento vamos a aprender el por qué – vamos a ver algunas ideas lógicas y que son tan antiguas como el matrimonio. ¿Por qué se divorcian las parejas en la actualidad? Hasta hace poco tiempo la mayor causa era quizá la falta de comunicación. Hoy en día, sin embargo, cualquier excusa es válida para romper una relación matrimonial.
Algunas de las causas que podemos ver a diario son las siguientes:
- Mi pareja ya no es hermosa como la que conocí antes de casarme.
- Mi esposa cocina muy mal y por eso me quiero separar.
- Mi esposo está muy gordo y ya no lo quiero.
- Mi pareja ronca mucho y no me deja dormir.
- Mi pareja es muy celosa y yo no puedo vivir así.
- Mi pareja solo quiere andar con sus amigos y no me dedica tiempo.
- Mi pareja se porta mal y ya no quiero vivir con él.
- Mi pareja me fue infiel y no la puedo perdonar.
- Ya no nos amamos…y muchas otras más.
Apreciado lector quisiera hacerle una pregunta sencilla: Si sus hijos dejan de ser hermosos, no saben cocinar, se hacen obesos, roncan mucho, son celosos, solo quieren andar con sus amigos, se portan mal, son infieles, o cualquier otra razón, ¿usted los deja de amar? ¿Inmediatamente va donde un abogado para que los separe y que ya no sean sus hijos? En la jerarquía de Dios los hijos están por debajo de la pareja. Si usted no hace eso con sus hijos, ¿por qué si lo hace con su pareja?
Vamos a entender esto claramente. No estoy diciendo que su pareja puede hacer cualquier cosa y usted debe seguir amándolo. El punto es que al igual, o con mayor esfuerzo aún, usted debe luchar para resolver cualquiera de las situaciones que se puedan presentar y que atenten con su matrimonio. He visto padres que luchan con todas sus fuerzas para quedar con la custodia de los hijos. ¡Luche aún con más fuerzas para que su pareja sea transformada a la imagen de Dios!
Recuerde que no hay otra cosa, en los pensamientos de Dios, que forme una sola carne contigo. Ni tu mamá o papá, hijo, sobrino, nieto, vecino, amigo, pueden ser una sola carne contigo. Un día tomaste la decisión de casarte con esa persona y hoy sientes que ya no la amas. ¡Amén por eso! Porque el amor que sentías al casarte era egoísta ya que solamente pensaba en tu propia felicidad. Ahora es el tiempo de tomar una decisión. Decídete amar a tu pareja tal y como es y cuando lo hagas “Dios producirá en ti el querer como el hacer por su buena voluntad.” Filipenses 2:13.